Se acerca el día de muertos
Prefacio
Esta postal es un poco más larga y densa de lo que acostumbro; tocando temas que pueden llegar a ser incómodos o triggering para ciertas personas y me parece buena idea tener precaución antes de empezar.
Si no te encuentras en un espacio estable para hablar sobre la muerte en este momento, te recomendaría evitar leer esta postal.
Como siempre, mi correo esta abierto para cualquier cosa.
A darle…
Ahi vienen las calaveras
Se acerca el día de muertos y, al igual que el año pasado, me he estado dando el tiempo para reflexionar sobre la muerte, inspirado por pláticas que he tenido con amistades cercanas desde que me atreví a compartir mis miedos al respecto.
Durante este proceso me ha quedado claro el gran tabú que existe alrededor de la muerte—incluso en culturas como la nuestra, a pesar de que tenemos celebraciones dedicadas a ella.
Honramos las vidas de nuestros antepasados con bellas ceremonias, pero rara vez nos damos el tiempo de hablar a profundidad sobre la muerte, como si efusivamente buscáramos enfocarnos únicamente en la luz, al mismo tiempo que ignoramos la oscuridad tanto como nos sea posible.
A nivel personal, reconozco que esto se ha debido a mi propia incomodidad con mi muerte.
Es difícil hablar de aquello con lo que no nos sentimos seguros y, para mí, este tema ha sido una gran fuente de inseguridad desde aquellos primeros momentos en los que me quedó claro el destino al que todos nos dirigimos.
Ojo: mi intención al hablar de la muerte no es deprimir ni asustar a nadie, sino traer a nuestra mente todas esas historias que nos hemos contado y aceptado como verdaderas y, quizás, juntos reescribirlas con palabras de paz, en vez de angustia.
Creando paraísos
Durante años he estado en lo que supongo puede ser considerado como un “viaje espiritual”.
Poco a poco me he ido abriendo a conceptos que no hace mucho hubiera considerado como “bien pinche marihuanos” y uno de estos ha sido la idea de que la muerte no es el final del camino.
Un problema que he encontrado con esto es que aunque conceptualmente puedo aceptar la idea de que hay un “más allá” (sin importarme mucho el formato que tome), mi experiencia diaria suele indicarme lo contrario.
Sí, soy capaz de hablar por horas de energías, almas y reencarnaciones, pero desde la perspectiva de este ego consciente de si mismo, la muerte sigue siendo el final final.
Por suerte, a lo largo de mi camino he encontrado prácticas que me han ayudado justamente a eso: a aceptar que eso que le teme a la muerte no es nada mas que mi ego hablando.
Lo cual no es malo en si mismo, pero definitivamente algo en lo que puedo trabajar.
Con esto me refiero a que puedo trabajar en la aceptación de que la totalidad de lo que soy no se limita al ego y en dar los pasos necesarios para dejar de identificarme tanto con ese concepto de lo que soy (o creo ser).
Hacer esto me ha dado la oportunidad de vivir pequeñas muertes que sin duda sirven para la preparación de la gran Muerte.
Me ha ayudado a aceptar la fuerza que tengo para enmendar errores, para ofrecer perdones—permitiendo morir a todos esos “yo” que he dejado de ser para darle paso a nuevos “yo” (que en realidad no son Yo, pero prefiero no hacer esta postal mucho más larga de lo que ya es).
Si esta noche me aseguro de dejar atrás un miedo, un enojo, una inseguridad, una limitante, una fijación––un lo-que-sea que ya no me sirva––puedo descansar en paz sabiendo que mañana despertaré en un paraíso de mi propia creación.
Lo único que me queda por hacer es cerrar los ojos y confiar que mañana vuelve a amanecer.
Al final…
A todos nos llega el tiempo de dejar todo atrás y partir hacia nuevas planicies. Tenerlas en mente nos ayuda a crearlas de la manera más consciente posible.
Expansivas e iluminadas; claustrofóbicas y oscuras.
La decision esta en nosotros.
Para pensar…
Si pudieras elegir, ¿cómo te gustaría recordar este día?
Ahora, mis fotos favoritas de las últimas semanas:
Gracias por estar al pendiente de estas postales y por contribuir con las tuyas.
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Espero con ansias tu respuesta,
Sergio Camalich